domingo, 19 de febrero de 2012

“Hay huelgas que son políticas y hay huelgas que no son huelgas”


“Hay huelgas que son políticas y hay huelgas que no son huelgas”
"Lo que se llamó la huelga del campo no fue una huelga, fue un lock out. Los empresarios eran los que cerraban las tranqueras".
“Algunas huelgas han sido de carácter extorsivo”
Alberto González Arzac, constitucionalista y discípulo de Arturo Sampay, analiza las referencias de la Presidenta sobre la Carta Magna peronista de 1949.
Por Carolina Keve

Con Perón no había derecho a huelga?
El pasaje en el discurso de asunción hizo abrir los ojos de varios legisladores.
Al día siguiente, sendos editoriales de periodistas devenidos en sorpresivos constitucionalistas salieron en defensa de la Constitución justicialista.
Obligados tal vez por la inexactitud de algunos de los datos dados por la prensa, se sumaron especialistas y académicos intentando explicar las omisiones de la norma.
El debate en torno a las políticas que tuvo el peronismo histórico en materia laboral llegó a la par de los fantasmas agitados por el distanciamiento entre el Gobierno y el líder de la CGT, Hugo Moyano.
Alberto González Arzac, constitucionalista y titular del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, defiende el texto del 1949.
No sorprende, puesto que es discípulo de Arturo Sampay
No obstante, explica a Debate los fundamentos, al mismo tiempo que critica fuertemente la Constitución actual, llegando a arriesgar la necesidad de una reforma constitucional. Desafiante, acusa el carácter extorsivo que han asumido algunas huelgas en los últimos años y apoya el discurso de Cristina Fernández: “Hay huelgas que son políticas, hay huelgas que no son huelgas”.
– ¿Qué le pareció la apreciación que hizo la Presidenta en su discurso de asunción sobre la Constitución del 49?
Muchos han salido a reivindicar que se trata de la Constitución más avanzada en materia social que tuvo el país.
Fijese el artículo 37, donde están los derechos del trabajador… (Toma la Constitución y empieza a leer) Tenemos el derecho a trabajar, lo que también implica el derecho a no trabajar; el derecho a condiciones dignas de trabajo, que constituye una motivación de las huelgas; el derecho a la preservación de la salud, otra motivación dado que muchas veces las huelgas son por trabajos insalubres; el derecho al mejoramiento económico, que enmarca cualquier demanda laboral; la defensa de los intereses profesionales… Es decir, todas las motivaciones que producen una huelga están contempladas en esta Constitución como derechos.
– ¿Por eso no aparece explicitado el derecho a huelga?
En 1949 el bloque de la oposición conformado por los radicales criticó que no se contemplaba la huelga. Entonces, Sampay les explicó que ésta es un hecho, no un derecho.
Cuando un obrero hace huelga no está ejerciendo un derecho, sino que simplemente está produciendo un hecho en defensa de estos derechos que aquí se explicitan.
– Ahora bien, el planteo contra este argumento, en realidad, también descansa en los discursos de Perón y Evita, que eran muy duros con respecto a las huelgas.
Sí, la oposición decía que los peronistas no querían que se hicieran huelgas. Pero en la época de Perón se hicieron huelgas. Lo que no hubo fueron paros generales, porque la CGT era peronista y apoyaba al gobierno. Ahora, ¿cuáles son los derechos que hacen viables cualquiera de esas dos posiciones?
Son todos estos derechos especiales del trabajador que se enuncian en el artículo 37. Es más, este decálogo es mucho más vasto que lo que después hizo la llamada Constituyente de 1957 que dictó el artículo 14 bis.
Éste fue dictado para que no se pensara, aunque todos después lo hacían, que la derogación de la Constitución del 49 había ido en contra de los trabajadores. Pero incluso muchas de las disposiciones de ese artículo 14 bis no han tenido vigencia hasta hoy.
Por ejemplo, todavía estamos discutiendo la participación de los obreros en las ganancias. En realidad, con el derecho de huelga pasó lo mismo, ahora es un derecho que se puede ejercer con libertad, pero en la mayor parte de los gobiernos o regímenes que tuvimos desde 1957 eso no aconteció. Así que la inclusión de ese artículo fue prácticamente declarativa.
– ¿Cómo caracterizaría al constitucionalismo social que enmarcó el texto de Sampay?
El constitucionalismo social es una corriente que tiene origen latinoamericano. La primera Constitución que incluyó cláusulas relativas a la relación de trabajo y previsión social fue la Constitución mexicana de 1917.
Ahora bien, es cierto que el constitucionalismo social tiene auge tras la Segunda Guerra Mundial, y ahí entra la Argentina. Es más, la Constitución del 49 fue tomada como modelo para otras constituciones en el mundo entero.
Fue pionera en esta corriente que se opuso al constitucionalismo clásico liberal en el que estaba inspirada nuestra Constitución de 1853. Lamentablemente, después fue derogada por los militares que hicieron que volviéramos a una Constitución de 1853 en 1956. Un salto hacia atrás de 100 años.
– ¿Y cuál sería el espíritu de la Constitución de 1994?
He sido opositor a esa reforma porque es una reforma que, en mi opinión, estuvo limitada, ya que la primera parte de la Constitución, la parte general, no se tocó.
El pacto Menem-Alfonsín estableció que no podía tocarse, justamente allí donde están los derechos de los ciudadanos. De esta manera, si bien luego los derechos sociales fueron incluidos en una cláusula referida a las facultades del Congreso Nacional, la verdad es que sigue siendo una Constitución liberal, con algunas actualizaciones buenas y otras deplorables.
– ¿Cree razonable entonces plantear una reforma constitucional?
Sí, siempre fui partidario de una reforma constitucional porque, a mi juicio, tenemos una Constitución anticuada con simples reformas que no la adecuan a los tiempos de hoy.
– Volviendo al tema de las huelgas, ¿qué opina sobre el tono de la Presidenta en su discurso? Para algunos, fue muy dura al hablar de extorsión.
No, porque hay huelgas que son políticas y hay huelgas que no son huelgas. Lo que se llamó la huelga del campo no fue una huelga, fue un lock out. Los empresarios eran los que cerraban las tranqueras. Y creo que a esto se refería la Presidenta. No se puede negar que algunas huelgas han sido de carácter extorsivo y ella sabe bien cuáles son porque siempre salió al frente cuando se produjeron. Son huelgas que no están motivadas por razones laborales sino por razones políticas…
– Hoy todo parecería indicar para los próximos tiempos un aumento en la conflictividad sindical. En su opinión, ¿esto obedecería entonces a un interés político más que a un debate salarial o sobre la distribución de la renta?
Cristina hizo referencia a la huelga de petroleros en la provincia de Santa Cruz y sí, esa huelga tuvo un carácter político, porque eran obreros que ganaban muy bien y cuyas condiciones de trabajo no eran defectuosas. La tensión en lo que siempre se llamó la puja distributiva, pasa por definir el punto de equilibrio.
Ahora, cuando en vez de llevar esto por las vías normales, se irrumpe con huelgas sorpresivas, amenazas o se pone en discusión el poder político, pasan a ser de carácter extorsivo. Tomando nuevamente el ejemplo del lock out agrario, lo que buscaban era la renuncia de la presidente sabiendo que había un vicepresidente que los apoyaba.
– Ahora bien, la mención de Cristina Fernández sobre el derecho a huelga reinstaló la crítica que algunos sectores le hacen al oficialismo de querer hegemonizar su propio relato sobre la historia…
El relato histórico es una forma de proyectarse en el futuro. Cuando fue derrotado Rosas, Sarmiento le propuso a Alberdi formar un tribunal histórico y relatar la historia del país conforme a las ideas que ellos tenían. Alberdi en ese momento rehusó a acompañar a Sarmiento, pero Sarmiento fue acompañado por otras personas en esta conformación de un relato histórico según la versión de los que vencieron en Caseros. Así fue surgiendo lo que se llamó la historia oficial…
– ¿Y por qué cree que hoy genera tanta polémica el revisionismo histórico? Sin ir más lejos, basta con ver lo que produjo la creación del Instituto Dorrego en manos de Pacho O’Donnell.
No sé por qué en la actualidad se ha dado carácter tan polémico al Instituto Dorrego.
Dorrego ha sido uno de los próceres federales que es reconocido incluso por los historiadores clásicos. Dorrego no está en discusión. Hay un monumento, hay calles y hasta un pueblo que lleva su nombre y nunca se puso en discusión.
Por otro lado, todos los institutos que hay han sido creados por decretos, el sanmartiniano, el de Rosas que aquí funciona y fue creado en 1938, el yrigoyeneano…
Parecen haberse ofendido porque un historiador, tal vez el más leído en la actualidad, que es Pacho O’ Donnell, pasó a ser revisionista… Claro, ¿cómo puede ser que Pacho, que en una época formó parte de esa historia clásica, ahora se pase al revisionismo?—
Las negritas y cursivas y algunos enlaces no pertenecen al texto original. Son un modo de destacar y facilitar mi propia lectura de porciones que considero de mayor relevancia.